As a child, I was raised and got baptized in the Catholic Church. Although my life was formed in Catholicism, I was not a fervent follower of God.
As a young person, my life was unstable, and problems would come and go all the time.After the separation of my parents, I felt the loneliness and lack of love firsthand. I became prideful and, closing the door to pain, I tried to hide that emotional emptiness with alcohol, but that only worsened things. My life became a constant series of highs and lows. It seemed as if my destiny was to face so many problems.
In my marriage, my wife suffered from my angry outbursts and always yearned for a change in me, a change in Christ. I tried to change many times, but I couldn't. I lived a materialistic and empty life.
7 months ago, I suffered an accident, and through it, God taught me a lesson about life and love. In a hospital bed, he made me feel the love of Christ firsthand.
I understood Christ's purpose for me. He gave me a second chance and began healing me physically, but above all spiritually. This has led me to hand Him over the reins of my life. I've realized that I don't want to fight anymore. I let God win. I have surrendered at his feet and given him full control of my life.
Today I want to learn more about God and listen to his word. I know that the path of my sanctification is long but today Christ strengthens me. I want to tell the world how wonderful he is and what he can do for us.
Crecí y me bauticé en la iglesia católica. A pesar de que mi vida se formó en el catolicismo, no era un ferviente seguidor de Dios. En mi juventud, mi vida era muy inestable y se volvió en un ir y venir de problemas. Sentí la soledad y la falta de amor en carne propia tras la separación de mis padres.
Me llené de orgullo y, cerrándole la puerta al dolor, traté de llenar ese vacío emocional con alcohol, pero eso solo empeoró las cosas.
Mi vida se convirtió en altas y bajas todo el tiempo. Parecía que mi destino era atravesar por tantos problemas.
En mi matrimonio, mi esposa sufrió de mis arrebatos de enojo y siempre anhelaba un cambio en mí; un cambio en Cristo. Intenté cambiar muchas veces pero no lo logré. Vivía una vida materialista y vacía.
Hace 7 meses sufrí un accidente, y a través de este, Dios me dio una lección de amor y de vida. En una cama del hospital, me hizo sentir en carne propia el amor de Cristo.
Entendí el propósito de Cristo para mí, regalándome una segunda oportunidad y sanándome física, pero sobre todo espiritualmente. Esto me ha llevado a entregarle las riendas de mi vida. Me he dado cuenta que ya no quiero luchar. Dejo ganar a Dios. Me he rendido a sus pies y le he dado plenamente el control de mi vida.
Hoy deseo aprender más acerca de Dios y escuchar su palabra. Sé que el camino de mi santificación es largo pero el día de hoy Cristo me fortalece. Quiero decirle al mundo lo maravilloso que Él es y lo que Él puede hacer por nosotros.